martes, 9 de octubre de 2012

Alejandro...

No sé cuando empecé a amarte tanto...
Es difícil saberlo, ya que de mucho antes me importaba el hablar contigo al menos una vez a la semana.
Han pasado tantos años y parecen poquitos.
He compartido gran parte de mi vida este último tiempo contigo y sé que lo seguiré haciendo por mucho tiempo más (lucharé por ello y lo sabes, sé que lo harás también).
Siento que te escrito tanto en todo este tiempo, y que a la vez no he hecho llegar a tus manos toda la tormenta de escritos que tienen tu nombre.
Contigo he sido todo... todo lo que he querido y he hecho todo lo que quise hacer hace tanto.
Me gustaría que te dieras cuenta de tantas cosas, para no tener que decirlas... para saber que existen y a la vez no hacerlas reales.
Me sanaste de mi peor mal, tanto así que ya no temo amarte, y dudo que tema hacerlo más adelante.
Si bien no te gusta, me hiciste aprender que mi naturaleza extraña era preciada en este mundo, y aunque el mundo no es como me gustaría, y el que yo sea así sea casi incompatible con el mundo, al menos siento que existe algo aquí que me hace fuerte, que me amarra a la tierra y me fortalece y aun así puedo volar y soñar... Porque así se ama, no? Con esta fuerza se ama...
No sabía que existía hasta que me enamoré de ti...

No hay comentarios:

Publicar un comentario