jueves, 7 de abril de 2011

Hoy...

Hay noches en las que no puedo dormir... en las que todo viene a mi cabeza y solo me queda dar un paseo por la casa. Me acomodé hace un rato en el pequeño balcón de mi pieza y miro un pedazo de cielo sin estrellas... un cielo morado que se niega a ser negro porque le teme a la terrible oscuridad de una lejana tormenta que se aproxima. Me encontré recordando pedazos de mi vida que había olvidado... y la mente olvida para no perder la compostura, para no caer en la locura de todo aquello que no fue, que ya no existe, que ya se ha ido.
Jugué entre los recovecos de mi mente hasta encontrar un pedacito de ti en este mar de lágrimas... aquel primer día en que te odia por nada en especial, y te amaba por ser un perfecto desconocido al que podía odiar sin que supieras...
Río un momento...
Respiro...
Hago un remolino de papeles que hacen mucho ruido. Aquel montón de hojas que se acopia en un rincón de mi habitación y que prometen volverme loca porque no le dejan a mi mente olvidar todo aquello que ya no sirve.
Dejo todo en una bolsa, todo parece vacío...
Todas las personas que me acompañaban, de pronto se desesperan al encontrarse encerradas en la bolsa y por un momento creo que la bulla es insostenible, pero me niego a rescatarles nuevamente, simplemente espero a que el silencio invada mi mente... se callan... han muerto ahogados.
Le hago un nuevo nudo a la bolsa, no quiero arrepentirme, y la dejo aún lado... pretendo continuar con esta masacre de recuerdos inservibles que algún día fueron absolutamente todo para mi. Cierro mis ojos, tomo un par de fotos que rompo en pequeños pedazos, sintiendo los gritos de aquellos rostros que se empeñan en no desaparecer...
Me siento exhausta... me detengo... respiro...
Me niego a abandonar un lugar que siempre fue mio, solo por sentirle invadido de caras, de risas, de gente... mucha gente que sigue haciendo daño... vuelvo a las foto y las rompo con rabia. Ya no escucho gritos, ya nadie implora... ahora todos saben que cometieron un error, no tienen la oportunidad de disculparse.
Los recuerdos no se disculpan, solo imploran piedad...
Solo son recuerdos, solo revuelven la mente, solo te hacen sentir culpable de errores que jamás fueron tuyos... solo te recuerdan que existirán siempre en tu vida para hacerte sentir débil.
Pero no me queda piedad...
De pronto siento aquel suspiro, aquella suave respiración en mi cuello, que me acaricia levemente y me impulsa a seguir...
- Ya no vivas del pasado...
- Ya no es necesario... lo prometo...
Acumulo bolsas y bolsas de todo aquello que me fue matando...
Hasta ver todo vacío a través del plástico asfixiante.




Será que entregué tanto de mi a todos?
Me asfixia olvidar lo que dí de mi...
Quiero esto...
Quiero desaparecer de todos...




Y de pronto estoy fuera. Me acomodo en la cama, agotada de tanta vida, de tantos latidos, de tantas lágrimas... Entras y me dejas tu carta a un lado.
Me darás el derecho a temer en convertirte en parte de mi?
Abro el sobre y me deleito con aquel exquisito aroma.
Aceptarás mi miedo al "hoy"?
Me escondo entre las cobijas, con aquellas palabras tan tuyas entre mis manos...
Por primera vez, siento que no es un riesgo entregar todo... y aún así, tengo miedo...





No quiero medir que tan descabellada es esta situación... Sólo me pierdo entre las sábanas, entre tu aroma, acomodándome en este lugar en donde tu presencia es más fuerte...
Duermes... te veo dormir... y quiero entregarme al sueño....
Pero tengo miedo de despertar, de no verte frente a mi... y de vivir esta noche otra vez...

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